viernes, 17 de agosto de 2012

Maria (explicaciones Bíblicas)


MARIA  EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS I.

AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

 ! Cuántas veces no hemos escuchado a los evangélicos y demás cristianos  acusar a los católicos de   adorar a “María “ como si fuera una  “Diosa”!.  Desobedeciendo así el primer mandamiento de la ley de Dios dado a Moisés en el monte  Sinaí,  que dice: “Adorarás al señor  tu Dios  y sólo a él darás culto”. (Deuteronomio  6,13),   “no tendrás otros Dioses a parte de mí”  (Éxodo 20, 3).

La Iglesia Católica ha aceptado fielmente este decreto divino en la persona de “Dios Padre” (Éxodo 20,1) y en “Jesucristo” quien “es la imagen visible de Dios,  que es invisible “, (Colosenses 1, 15). “Él es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios es” (Hebreos 1,3). Los católicos no “adoramos” a María, sino que la “veneramos” (Respeto especial), porque es ella la mujer escogida por el Padre Eterno, para que fuera la Madre de su “Hijo Unigénito” pues  “la Mujer dio a luz un hijo varón. El cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro”  (Apocalipsis 12, 5), comparar con (Lucas 1, 32- 33).
 
El ángel San Gabriel dice que María es “ la favorecida de Dios” (Lucas 1, 28), y su prima Santa Isabel  la llama “Bendita entre todas las mujeres” (Lucas 1, 42); es también la  “nueva Eva”, anunciada desde el principio en el libro del Génesis después de la desobediencia de nuestros primeros padres en el paraíso, cuando “Dios el Señor” le dijo a la serpiente: “Haré que tu y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y  su descendencia” (3, 15), o también “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamiento de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12,17). 

De la vida de María sabemos que era una joven de raza Judía de unos  15 años  de edad, descendiente de la estirpe de David (Romanos 1,3), que vivía en el pequeño pueblo de Nazaret (Israel), y estaba comprometida en matrimonio con José, (también de la casa de David) (Lucas 1, 26 – 27), hombre justo” o “santo”  (Mateo 1,19). Las Escrituras nos aportan una valiosa información sobre las virtudes en ella, como la confianza absoluta al mandato de Dios, al responder al ángel: “Hágase en mí según tu palabra”, y su humildad llamándose así misma como la “esclava Del señor” (Lucas 1, 38). La concepción del Hijo de Dios, es fruto del Espíritu Santo y el poder del Dios Altísimo, que descansó sobre Ella como una nube (Lucas 1,35); tal cómo sucedía cuando Yahvé descendía en la Tienda del Encuentro del   Santuario,  construido  por Moisés (Éxodo 40, 35). Por eso,  la Virgen María es llamada por los teólogos como el “nuevo Santuario”.

El evangelista menciona la pobreza en que vivía con su esposo,  ya que “sucedió que mientras estaban en Belén, le  llegó a María el tiempo de dar a luz.  Y allí nació su primer hijo, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en el establo, porque no  había alojamiento para ellos en el mesón” (Lucas 2, 6 –7). A los ocho días del nacimiento del Niño tenía que ser circuncidado, según la tradición judía, la ceremonia debía efectuarse en el seno de la familia a cargo del padre. La ley hebrea mandaba que desde el nacimiento del primogénito a la purificación de la Madre en el Templo de Jerusalén, transcurrieran cuarenta días. Las familias pobres que no tenían para presentar al Señor un carnero joven, ofrendaban en cambio un humilde sacrificio de un par de tórtolas o dos pichones de paloma, como fue el caso de la Sagrada Familia (Levítico 12,2-6; 15,19-30; Lucas 2, 22-24).

Resalta en María su angustia al encontrar después de tres días  de desaparecido a Jesús  de doce años, sentado entre los doctores de la ley en el Santuario de la Ciudad Santa  (Lucas 2, 48), guardando todas estas cosas en su corazón  [Lucas 2, 51. Tal cual como había ocurrido años atrás con los pastores en Belén (19)]. La fidelidad a su Hijo  en las bodas de Caná, al indicarle a los que estaban sirviendo el vino “Hagan todo lo que Él les diga”  (Juan 2,5); Y en el Pentecostés, cuando recibe el Espíritu Santo en forma de llamas de Fuego, en compañía de los once apóstoles, los parientes de Jesús y otras mujeres  (Hechos 1, 12 – 14).
      
El dolor de toda buena Madre al ver a Cristo clavado en la cruz lleno de heridas y golpes en todo el cuerpo (Juan 19, 25; Isaías 52, 13 –14), hasta el punto que  era como si una espada le traspasara su alma. Cumpliéndose así la profecía de Simeón, cuando el pequeño  Jesús fue presentado por sus padres en el templo de la Ciudad de Dios, según la ley mosaica (Lucas 2,22-35; Juan 19,31-34). Sin embargo, y a pesar del agotamiento físico y la cruel agonía en el madero, el Mesías  antes de Morir sacó fuerzas suficientes para encomendar su cuidado a Juan, el “discípulo amado”, quien “la  recibió  en su casa” (Juan 19, -27).
  
Por todos estos argumentos bíblicos, la Iglesia Católica reconoce que María es la  “madre del Señor” (Lucas 1,43), quien tomó la naturaleza humana al nacer de su vientre para traer la salvación a toda la humanidad (Gálatas 4,4; Filipenses 2,6-8). La Santísima Virgen proclama que todas las generaciones la llamarán “Bienaventurada”, porque el Todopoderoso ha hecho en ella grandes cosas (Lucas 1,48 – 49). María es “Bienaventurada”, no solo por el hecho de haber sido la Madre del Salvador (Lucas 11,27-28), sino por haber sido obediente al decreto divino (Lucas 1,45). Finalmente, en el último libro de la Biblia, llamado el Apocalipsis (o Revelación), la muestra como una “reina radiante” pues “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de dos estrellas en la cabeza” (12, 1).


MARIA  EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS II.

AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

El evangelio de San Lucas ha sido llamado como el “evangelio de María”, porque según el mismo autor ha investigado la vida de Jesucristo “todas las cosas desde su origen” (1,3), y la única persona que estuvo desde el principio de la vida terrenal del Santo de Dios fue su Madre.

Las cinco veces en que Nuestra Señora habla en los evangelios, son:

“María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón” (Lucas 1,34).

 “María dijo: He aquí la esclava del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1,38).´

“María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; santo es su nombre.
Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia.
De la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.” (Lucas 1,46-55).

“Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia” (Lucas 2,48).

“Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino…Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere” (Juan 2,3.5)

En la oración del Magnificat se evidencia en María su amplio conocimiento en la Biblia, pues se calcula que hizo más de veinte referencia del Antiguo Testamento. 

Los siete dolores, llamados también siete eventos de su vida o las siete espadas que le atraviesan su inmaculado corazón, son:

a.   La profecía de Simeón en el Templo de Dios (Lucas 2,34-35).

b.   La huida de la Sagrada Familia a Egipto (Mateo 2,13).

c.   La pérdida del joven Jesús durante tres días en el Santuario de Jerusalén (Lucas 2,48).

d.   El camino de Cristo al Calvario (Juan 19,17).

e.   La crucifixión de su amado Hijo (Juan 19,18).

f.    La bajada de la cruz (Lucas 23, 50-53).

g.   La sepultura del Señor (Mateo 27,59-60). 


¿ES VERDAD QUE LOS CATOLICOS ADORAMOS A MARIA?

AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.
   
INTRODUCCION: ¡Cuántas veces no hemos escuchado a los evangélicos y demás cristianos  acusar a los católicos de   adorar a María como si fuera una  “Diosa”!.  Desobedeciendo así el primer mandamiento de la ley de Dios dado a Moisés en el monte  Sinaí,  que dice: “No tendrás otros Dioses a parte de mí”  (Éxodo 20, 3).

1. QUE ENSEÑA LA IGLESIA CATOLICA.

Existen tres clases de culto sagrado:

ADORACION (LATRIA): Es exclusividad de Dios:

-      “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor” (Deuteronomio 6,4).
-      “Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto” (Mateo 4,10).

VENERACION ESPECIAL (HIPERDULIA): Se le da a la Virgen María:

-      “El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo: -¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo” (Lucas 1,28).
-      “- ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!” (Lucas 1,42).
-      “Porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde ahora siempre me llamarán bienaventurada todas las generaciones” (Lucas 1,48).

VENERACION (DULIA): A los Santos(as).

-      “Al hombre bueno se le recuerda con bendiciones” (Proverbios 10,7).
-      “El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2,17).


2. QUE RELACION EXISTE ENTRE MARIA Y LAS TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD.

María es la única criatura humana que tiene una estrecha unión con las tres personas de la Trinidad (Lucas 1,30-35). Ella es:

-      Hija de Dios Padre
-      Esposa de Dios Espíritu Santo
-      Madre de Dios Hijo.

3. QUE CUALIDADES MENCIONA LA BIBLIA DE MARIA.

-      La humildad, al contestar al celestial mensajero, la voluntad del Dios Altísimo: “Entonces María dijo: -Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según su palabra” (Lucas 1,38).
-      El privilegio de haber sido la mujer escogida para llevar en su seno al Unigénito de Dios: “Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas” (Lucas 1,49). De hecho, la primera persona en reconocer tan gran designo fue su prima Santa Isabel, cuando proclama llena del Espíritu Santo: “¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se movió de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!” (Lucas 1,43-45).
-      El haber guardado en su corazón durante treinta y tres años, la fatídica profecía que el anciano Simeón predijo, cuando su pequeño Hijo fue presentado por sus padres en el templo de Jerusalén: “Entonces Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: - Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. El será una señal que muchos rechazarán, a fin que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma” (Lucas 2,34-35). Presagio que se cumplió en el santo sacrificio en el monte Calvario, cuando “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre” (Juan 19, 25).
-      La obediencia a Jesucristo, cuando en las bodas de Caná, les dice a los que están sirviendo el vino: “- Hagan todo lo que él les diga” (Juan 2,5).

  
4. COMO LE ORABAN LOS PRIMEROS CRISTIANOS A MARIA.

Una de las más antiguas oraciones que los fieles católicos le tributan a  la Madre de Dios, fue encontrada en un “ostrascon”, es decir, un tiesto de terracota egipcio del siglo III:

“¡Oh Virgen Inmaculada, madre de Dios y llena de gracia,
Aquel a quien tú llevaste es el Emmanuel, el fruto de tu seno.
Tú, Oh María, sobrepasas toda alabanza!
¡Yo te saludo, María, madre de Dios y gloria de los ángeles,
Porque tú sobrepasas en plenitud de gracia
A todos los anuncios de los profetas!
El Señor está contigo: tú has dado a luz al salvador del mundo”.  

  LA VIRGINIDAD DE MARIA A LA LUZ DE LA BIBLIA

AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

“La dignidad de la virginidad, comenzó con la Madre del Señor”
San Agustín.
I. LA PROFECIA

Un hecho en común entre la Iglesia Católica  y las demás confesiones cristianas, es en afirmar según  la revelación sagrada que la madre del Hijo de Dios, sería una “doncella virgen” (Isaías 7,14; Mateo 1,22-23).

II. EL NOVIAZGO Y EL MATRIMONIO EN LA CULTURA JUDIA

El noviazgo en hebreo se llama “Kiddushim”, era el compromiso previo antes del matrimonio, este era hecho por un juramento de los contrayentes ante dos testigos, acompañados de parientes y amigos. El novio ofrecía al padre de la novia o al tutor, si ésta era huérfana, un anillo u otro regalo para ella, en señal de gratitud y predilección. Dicho pacto era reconocido como un matrimonio legal. Los novios tenían plazo de un año para empezar a vivir juntos, la futura esposa  conservaba hasta el día de la boda el calificativo de virgen. Si durante el transcurso del noviazgo nacía un hijo, era considerado legítimo.

El convenio era tan serio que si finalmente no se producía el enlace porque el novio cambiaba de idea o alguna otra razón de peso, la joven tenía que obtener un certificado de divorcio para poder casarse con otra persona. De hecho, si el novio de una mujer comprometía moría antes de la boda, a ella se la consideraba como viuda.

Los novios se veían muy poco y se comunicaban por medio de un amigo del futuro esposo. En el tiempo señalado para la boda, el esposo, hacia el atardecer, debía ir acompañado de diez jóvenes a casa de la esposa y ella lo esperaba rodeada de diez vírgenes; apenas lo veía de lejos encendía las lámparas, se formaba un cortejo con el sonido de flautas y tambores hasta la casa del esposo, donde se hacía la gran fiesta nupcial. Con esta ceremonia, el matrimonio era constituido válido bajo la ley mosaica. Para esta celebración también participaban los familiares, parientes y amigos de la pareja.
III. EL MATRIMONIO CON JOSE

En los designios del Altísimo era necesario que la madre del Salvador, tuviera un apoyo moral, económico y de protección en la crianza de su hijo. Este matrimonio sería completamente consagrado al servicio divino, así lo podemos anotar en los siguientes pasajes bíblicos:

Cuando el ángel San Gabriel le comunica a María que ella sería la madre del Emmanuel (Dios con nosotros), deja en claro su condición virginal (Lucas 1,34).

Cuando María se encontraba embarazada, José, su futuro marido como  hombre justo o santo, y a pesar de desconocer todavía que lo concebido en ella era fruto del Espíritu Santo; no quiso denunciarla públicamente por infidelidad a las autoridades religiosas, como mandaba la ley judaica (Deuteronomio 22,13-24; Matea 1,19; Juan 8,3-5).

Los protestantes  creen que José y María tuvieron relaciones maritales, ya que el evangelio de San Mateo (1,25); nos dice que “no vivieron como esposos hasta que ella dio a luz a su hijo”.  Sin embargo, a lo que se refiere el evangelista  es que el santo matrimonio compartió formalmente el mismo hogar, pues Antes cuando estaban comprometidos no vivían juntos (Mateo 1,18). Igual opinión tiene san Lucas, ya que en el viaje del santo matrimonio de Nazaret a Belén para el censo, nos dice: “Fue allá a inscribirse, junto con María, que estaba comprometida para casarse con él y se encontraba encinta” (2,5).

IV. JESUS: HIJO PRIMOGENITO

Causa confusión en  los hermanos separados cuando el evangelio de San Lucas, se menciona que “en Belén, le llegó a María, el tiempo de dar a luz. Y allí nació su primer hijo” (2,6-7); dando a entender que debió de haber tenido más hijos. No obstante, en el contexto bíblico el término “primogénito”, hace alusión que el primer hijo de un matrimonio judío quedaba consagrado a Dios (Éxodo 13,1-2.12; 34,19); y exigía la presentación del niño Jesús en el templo de Jerusalén (Lucas 2,22-23). Pero  El era ya el “Primogénito de Dios” (Hebreos 1,6). Asimismo, las Sagradas Escrituras  agregan que los “primogénitos” pueden ser “unigénitos” (1 Crónicas 23,17); de hecho, Cristo Jesús también es el “Unigénito de Dios” (Juan 3,16; 1,14). La palabra griega “Unigénito” puede definirse como “solo en su clase, o el único miembro de una familia o género”.
V.    LA INFANCIA DE JESUS:

Los dos únicos relatos que encontramos en el Nuevo Testamento de la infancia de Jesús, no nombran hermanos menores, así por ejemplo:

En el destierro de la sagrada familia a Egipto y después de la muerte del rey Herodes, un  ángel se le aparece en sueños a José ordenándole que regrese a Israel con María y el niño (Mateo 2,19-20). Ahora bien, se sabe con certeza que el Mesías nació en el año 747 de la fundación del imperio romano, siete años antes de nuestra era actual; y el rey Herodes el grande murió en la primavera del año 750, es decir, en el año 4 a.C. Por consiguiente, pasaron de tres a cuatro años; Tiempo más que suficiente para que José y María  hayan decidido tener alguno de los “cuatro hermanos” y otras “hermanas” del Señor (Mateo 13,55).

El evangelio de San Lucas (2,41-42), narra que “Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así,  cuando Jesús cumplió doce años, fueron allá todos ellos”. Nótese Bien, que se dicen “todos ellos”, ¿Quiénes?, “Los padres de Jesús” y el mismo “Jesús”. Igualmente, la misma respuesta se saca cuando María después de tres días encuentra a su hijo perdido en el templo entre los doctores de la ley: “- Hijo mío, ¿por qué  nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia” (Lucas 2,48).

VI. EL TERMINO HERMANO EN LA BIBLIA

En el Antiguo Testamento que fue escrito en hebreo y arameo, no hay un vocablo para nombrar a los tíos, sobrinos, primos, cuñados o amigos; y es así como la palabra hebrea “aj” designa muchas  veces al pariente más cercano de una misma familia. Del mismo modo, los traductores griegos del Nuevo Testamento traducen el término semítico de “hermanos” (adélfos), en un sentido generalizado. Sobre este punto encontramos el caso de tíos y sobrinos como Abraham y Lot (Génesis 13,8; 14,16); Labán con Jacob (Génesis 29,13.15). Al igual que a los primos (1 Crónicas 23,21-22); a los que pertenecen a una misma nación (Génesis 16,12; Deuteronomio 2,4); a los miembros de una misma tribu (2 Reyes 19,12) o pueblo (Éxodo 2,11); a los que conforman la misma naturaleza humana (Mateo 5,22; Romanos 9,3; Hebreos 2,11); y a los que tienen un mismo Padre Celestial (Hechos 10,23; Romanos 8,17; Colosenses 1,2; 1 Juan 3,9-10).


VII. LOS HERMANOS DE JESUS

Solamente aparecen en la vida pública del Señor, y son llamados con nombres propios: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María  y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también Aquí, entre nosotros? (Marcos 6,3). Ahora bien, para tener una mejor comprensión sobre este tema es necesario estudiarlo detenidamente:

En ningún relato bíblico se afirma que los llamados “hermanos” y “hermanas”  del Señor, sean hijos de María. Tampoco se vuelve hacer mención en ningún otro pasaje del Nuevo Testamento, de las supuestas “hermanas” de Jesús.

En las bodas de Caná, se nombra a María como “la madre de Jesús” (Juan 2,1.3); y no “la madre de Jesús, Santiago, José, Judas, Simón y otras hermanas”, incluso, a la fiesta sólo fueron invitada a parte de María  a ”Jesús y sus discípulos” (2) y no a sus “hermanos”, quienes aparecen después en el viaje a Capernaum (12); lo que da a entender que los “discípulos” en ese momento, son más importantes  en la vida de Cristo, que los llamados “hermanos” suyos.

En la sinagoga de Nazaret, la gente solo reconoce al Mesías como “el hijo de José” (Lucas 4,22); y no “uno de los hijos de José”.  Del mismo modo, los judíos de la sinagoga de Capernaum  identifican al Divino Maestro como el único hijo de José y de María (Juan 6,42).

De estos cuatro hermanos, se sabe que “Santiago” el menor y “Judas” Tadeo pertenecían al grupo de los doce amigos del Señor. Sin embargo, se explica que “Santiago” era hijo de Alfeo (Mateo 10,3; Marcos 3,18) y “Judas” como hijo de Santiago (Lucas 6,16; Hechos 1,13).

En la introducción de la carta de Judas Tadeo (1,1), leemos: “Yo Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago”, haciendo una diferencia entre el uno y el otro (Véase también Juan 14,22). Además, en la epístola de Santiago (1,1) llamado como hermano del Señor, también se declara solamente como “Siervo de Dios y del Señor Jesucristo”.



En otro encuentro con su madre y sus hermanos, el Redentor nos exhorta a creer que “los que oyen el mensaje de Dios y lo ponen en práctica, ésos son mi madre y mis hermanos” (Lucas 8,21); hablando de una familia en un sentido “espiritual” y no de “sangre”. Porque “a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque  Dios los ha engendrado” (Juan 1,12-13). Y es por eso, que su Hijo es “el mayor entre muchos hermanos” (Romanos 8,29).

En la pasión del Santo de Dios en el monte Gólgota, se habla de un grupo de mujeres conformadas  por “María” la madre de Jesús, y “la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás (En arameo equivale al nombre de Alfeo)” (Juan 19,25). Esta es la otra “María la madre de Santiago el menor y de José”, que se encontraba también con “Salomé” (Marcos 15,40). Además de “María Magdalena” y “la madre de los hijos de Zebedeo” (Santiago el mayor y Juan) (Mateo 27,56).

Cristo utiliza el término “hermano” para dirigirse a los apóstoles, en la aparición a María Magdalena y a la otra María, el domingo de resurrección (Mateo 28,10; Juan 20,17),  y en el día del juicio final (Mateo 25,40). Incluso, San Pablo agrega que el Señor también se apareció “a más de quinientos hermanos” (1 Corintios 15,6; comparar con Mateo 23,8).

Después de la ascensión del Señor a los cielos, el libro de los Hechos dice que los apóstoles se reunían en el aposento alto “con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (1,13-14). No obstante, en el verso siguiente San Lucas aclara: “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número)”. (15).  

En octubre de 2002, se dio a conocer el hallazgo de un osario judío, utilizado en los rituales funerarios de Jerusalén, del año 63 d.C., con una escritura en arameo que dice: “Jacobo, hijo de José, hermano de Jesús”. Para muchos fundamentalistas protestantes, esta era la prueba que demostraba que la virginidad de María era un mito. Ahora bien, tal descubrimiento plantea varios interrogantes:

Su autenticidad ha despertado varias dudas en muchos arqueólogos y paleógrafos.

Sí se llegara a demostrar que este “osario de caliza” corresponde a Jacobo (Santiago), esto sólo probaría su parentesco con Jesús De Nazaret. Pero ya se explicó el significado del término “hermano” en la lengua aramea antigua.
La Iglesia Ortodoxa piensa que Jacobo, pudo haber sido un hijo anterior a José.   Sin embargo, este argumento carece de respaldo bíblico.
La inscripción no menciona a María como madre de Jacobo.

VIII.       MARIA: MADRE DE LA IGLESIA

La fe católica enseña que la Virgen Santísima es madre de todos los creyentes, desde el momento que el Redentor en la cruz le encomendó el cuidado a Juan, el discípulo amado, quien “la recibió en su casa” (Juan 19,26-27); cosa que no fuera necesaria si El Señor hubiera  tenido  más hermanos carnales. Ella fue desde ese momento como nos asegura la tradición antigua el soporte espiritual de los apóstoles y discípulos de la naciente comunidad cristiana (Apocalipsis 12,17).

IX.   TESTIMONIO DE LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA

Para los Santos Padres y doctores de la Iglesia Católica, la “Virginidad de María” era una creencia común, así por ejemplo:

-      San Ignacio, obispo de Antioquía, martirizado en el año 107, repetía varias veces en sus escritos: “La virginidad de María quedó oculta al príncipe de este mundo, así como su parto, y también la muerte del Señor. Son estos tres misterios asombrosos los que se realizaron en el silencio de Dios”.

-      San Hipólito, sacerdote romano muerto por Cristo en el 235, escribe: “La virginidad de María es un hecho que el mundo no puede comprender, y que se ha cumplido en los designios de Dios”.

-      Orígenes, de Alejandría (+253), gran apologista, rechazaba las charlatanerías de un judío llamado Celso que negaba la virginidad de María.

-      San Efrén de Siria, hacia el año 333, decía: “Ella dio al mundo a su Hijo, pero permaneció siempre virgen…Tiene Ella las dos grandes cualidades: es Virgen y es Madre”.



-      San Atanasio, patriarca de Alejandría (+373), escribió: “María permaneció virgen hasta el fin”.

-      San Ambrosio, obispo de Milán (Italia), redactó en el año 377 una carta a su hermana religiosa en Roma, en lo que se ha llamado “El Retrato de la Virgen”, en la que agrega: “Quién más casta que la madre que ha traído a su Hijo al mundo permaneciendo virgen. Ella era virgen pero no-solo de cuerpo sino también de espíritu”.

-      San Basilio, obispo de Cesárea (+379), subraya: “Los amigos de Cristo no pueden aceptar que la madre del Señor haya perdido su virginidad”.

-      San Epifanio (+403), declara explícitamente: “Jesucristo fue engendrado por la siempre virgen San María por obra del Espíritu Santo”.

-      San Agustín, obispo de Hipona (+431), agregaba: “Jesús nació de madre intacta, pues concibió siendo virgen, siendo virgen dio a luz, y murió virgen”.

-      San Cirilo, obispo de Alejandría (+444), le da el título de “Corona de Virginidad”.

-      San Ildefonso (+667), obispo de Toledo (España), elaboró un famoso libro acerca de la virginidad de María. Se cuenta que Nuestra Señora se le apareció para felicitarlo y darle las gracias por haber hablado tan fervorosamente acerca de Ella y que le regaló un ornamento para celebrar la Santa Misa. Por esta razón, ha sido llamado como “El Capellán de la Virgen” o “Doctor de la Virginidad de María”.

X.    MARIA Y LOS PADRES DE LA REFORMA PROTESTANTE

Los principales fudadores del protestantismo, se refirieron a María como la “siempre Virgen”. En los “Artículos de la Doctrina Cristiana”, que debía profesar los evangélicos, Martín Lutero escribe que Jesús nació de “María pura, santa y siempre Virgen”. Juan Calvino trató de ignorante a Elvidio (hereje del siglo V), porque afirmaba que María tuvo otros hijos. Ulrico Zwinglio enseñó: “María, como virgen pura, nos engendró al Hijo de Dios, y tanto en el parto, como después del parto se conservó siempre Virgen. Pura e íntegra”. El pastor protestante John Wesley, creador de la Iglesia Metodista, en su “Carta a un Católico”, agregó: “Creo que (Jesús) fue concebido por obra singular del Espíritu Santo, nacido de la bendita Virgen María, que tanto antes como después de darlo a luz, continuó Virgen inmaculada”. Con el tiempo fuero los “hijos rebeldes” de la Reforma Protestante que empezaron a negar esta verdad biblica. Tradición que se ha mantenido hasta nuestros días en todas las iglesias y sectas de esta denominación. 


MARIA EN LA IGLESIA CATOLICA



AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

Los cuatro dogmas (creencias de fe) marianos, aceptados por la Iglesia Católica, son:

a.   La Inmaculada Concepción, “Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres”  (Lucas 1,28). (Papa Pío IX, 1854).

b.   La Maternidad Divina, “¿Por qué se me concede esto a mí (Isabel), que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lucas 1,43). (Concilio de Efeso, 431).

c.   Su Virginidad Perpetua, “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1,23). (Concilio de Letrán 649).

d.   Su Asunción a los Cielos es Cuerpo Y Alma, “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (Apocalipsis 12,1). (Papa Pío XII, 1950).

Santa María La Mayor, es una de las cuatro iglesias principales de la ciudad de Roma. Llamada al principio Liberiana, porque identificaba con un antiguo templo pagano, en la cima del monte Esquilino, que el Papa Liberio adaptó como la primera Basílica dedicada a Nuestra Señora. Narra la leyenda que la Virgen se apareció en la noche del 5 de agosto del 352 al Papa Liberio y a un patricio romano, y los invitó a construir una iglesia en el lugar en donde hallarían nieve (agosto en Roma es un mes de mucho calor); al día siguiente por la mañana se encontró nieve en la colina mencionado anteriormente.

En la mañana del 8 de diciembre de 1854, en la basílica de San Pedro del Vaticano, en el momento de la lectura de la Bula Ineffabilis Deus, que confirmaba como dogma de fe la Inmaculada Concepción de María; sobre el Papa Pío IX cayo un rayó de luz. Fenómeno sorprendente, porque en ese momento era la víspera del invierno, desde ninguna ventana de la basílica podía llegar un rayo de luz al ábside donde se encontraba el Romano Pontífice.
El Vaticano ha revelado que se ha encontrado un manuscrito inédito en el que el Papa Pío XII narra que vio el sol rotar cuatro veces con ocasión de la proclamación del dogma de la Asunción. El Romano Pontífice recuerda que el 30 de octubre de 1950, mientras paseaba en los jardines vaticanos, asistió al mismo fenómeno que se verificó en 1917, al final de las apariciones de Fátima, y lo consideró una confirmación celeste de cuanto estaba por realizar. El Papa atestigua haber presenciado al mismo hecho “el 31 de octubre y el 1 de noviembre, día de la definición del dogma de la Asunción, después otra vez el 8 de noviembre. Luego ya no más”. El Pontífice habló de lo sucedido con algunos cardenales y unos pocos íntimos, como sor Pascalina Lehnert, la religiosa gobernante del apartamento papal.
Existe un vínculo sólido entre la vida de Eugenio Pacelli (nombre de pila de Pío XII) y la Virgen María. Desde niño era devoto y estaba inscrito en la Congregación de la Asunción, que tenía la capilla cerca de la Iglesia del Jesús. Una devoción que parece profética, ya que será precisamente él quien declaró este dogma mariano. Celebró su primera Misa como sacerdote el 3 de abril de 1899, en el altar del icono de María "Salus Populi Romani" en la capilla Borghese de la Basílica de Santa María la Mayor. Recibió la ordenación episcopal del Papa Benedicto XV en la capilla Sixtina el 13 de mayo de 1917, día de la primera aparición de la Virgen en Fátima". En 1940, en calidad de Pontífice, reconoció definitivamente las apariciones de Fátima, y en 1942 consagró el mundo entero al Corazón Inmaculado de María. Se encontró muchas veces con sor Lucía, la vidente de Fátima, y le ordenó que transcribiera los mensajes recibidos de la Virgen, convirtiéndose por tanto en el primer Vicario de Cristo en conocer aquello que durante años ha sido conocido como el tercer secreto, y que Juan Pablo II hizo publicar. El 1 de noviembre de 1950, tras haber consultado a los obispos de todo el mundo, unánimemente concordes -sólo seis respuestas sobre 1.181 manifestaban alguna reserva-, con la Bula Munificentissimus Deus, proclamó el dogma de la Asunción, como cumplimiento del dogma de la Inmaculada Concepción.

El mismo Pío XII señaló que el mensaje de la Virgen en Fátima, era una de las mayores intervenciones de Dios por medio de la Madre de su Hijo en la historia del cristianismo desde la muerte de los apóstoles. De hecho, la Unión Soviética dejó de existir cuando los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, al final de una reunión, anunciaron formalmente su disolución. Y esto sucedió el 8 de diciembre de 1991, precisamente en la fecha de la fiesta de la Inmaculada Concepción, y resulta fácil ligarlo a la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María efectuado por el Papa Juan Pablo II y todos los obispos del mundo, el 25 de marzo de 1984. Asimismo, el signo definitivo que indicaba la derrota del comunismo ateo se produjo el día en que se quitó la bandera rosa que durante muchas décadas había sido izada en el Kremlin, y en su lugar se colocó la bandera nacional rusa. Esto ocurrió el 25 de diciembre de 1991, una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico católico, el Nacimiento de Jesús por medio de la Virgen María.

En 1955, el papa Pío XII, instituye el día 31 de mayo como la celebración de “María Reina”, para clausurar este mes que es dedicado  en su honor.

Durante el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, el papa Pablo VI, atribuyó solemnemente a María el título de “Mater Ecclesiae”: “Madre de Cristo, Madre de la Iglesia”.

El Papa Pablo VI, en su encíclica Signum Magnum (1967), identificó a Nuestra Señora de Fátima como la representación bíblica de la “Mujer vestida de Sol” (Apocalipsis 12,1).

El Papa Juan Pablo II, en su encíclica Redemptoris Mater (1987), escribió “que las apariciones marianas significan que la Santísima Virgen se está trasladando, a través del tiempo y del espacio, en una peregrinación hacia la Segunda Venida de Cristo y la victoria final de María sobre Satanás. Este es el papel de ella ahora como fue predestinada desde el principio”.


MARIA PARA LOS SANTOS Y MISTICOS

AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

Según  revelaciones  particulares  recibidas  por  varias santas y místicas, María desde su tierna infancia había pedido al Altísimo dos cosas: consagrarse con su virginidad y ser la sierva de la Madre del Mesías.

A Santa Isabel de Hungría (s. XIII), le fue comunicado que desde el día que María se ofreció a Dios en el Templo, no cesó de pedir por la pronta venida del Rey de Israel.

La beata Ana Catalina Emmerich (s. XIX), describe en una visión que la Niña María era de contextura delicada, de estatura media y con una cabellera rubia y ondulada; su inteligencia era muy superior a las demás niñas judías que vivían en el Templo.

La Anunciación fue descrita también por la ya mencionada monja estigmatizada Ana Catalina Emmerich, quien vio a la virgen con un amplio vestido de lana y un velo coralino en la cabeza. María se encontraba arrodillada en profunda oración. En el momento de la Encarnación del Hijo de Dios Ella contaba con poco más de 14 años.

A Teresa Neumann (s. XX) y Ana Catalina Emmerich, les fue revelado que tanto la concepción, el embarazo y el parto de la Virgen María ocurrieron sin dolor, por estar exenta del pecado original.

Santa Gertrudis (s. XIV), una vez leyendo en La Escrituras que dice que Jesús es el “hijo primogénito” (Lucas 2,7), no alcanzaba a entender como es posible que si María no tuvo más hijo se utilizara este término. El Señor le reveló que “Jesucristo había sido primogénito según la carne, y los demás seres humanos según el espíritu” (Juan 1,12-13; Romanos 8,17; Efesio 1,5).



Según la tradición antigua, autorizada por los patriarcas de Jerusalén, San Juan Damasceno (s. V), Nicéforo, patriarca de Constantinopla (s. VIII), y otros Padres de la Iglesia; la muerte de María no fue una muerte con dolor sino de amor de volver a ver a su amado Hijo. Esto ocurrió al parecer unos catorce años después de la ascensión del Señor a los cielos. Cuando los apóstoles la sepultaron cerca del Cenáculo no se encontraba Tomás, quien llegó tres días más tarde, al destapar nuevamente el sepulcro solo encontraron los paños con que había sido envuelto su cuerpo.

La ya mencionada visionaria estigmatizada Teresa Neumann, agrega que el Tránsito de María ocurrió “un día sábado, en la mañana muy temprano, y la sepultaron avanzada la tarde”.

Afirma San Pedro Damián, obispo de Ostia (s.XI), que una mujer difunta llamada Marozia, se apareció a una amiga suya, y le confesó que el día de la Asunción de la Virgen la sacó del purgatorio con todas las demás almas, cuyo número superaba al de todos los habitantes del pueblo romano. Igualmente, San Dionisio Cartujo (s. XV) dice que en la fiesta de su Natividad y de la Resurrección del Señor, baja la Madre de Dios acompañada de la celestial milicia, y saca muchas almas para llevarlas al cielo.

San Juan Damasceno relata en una carta que Santa Pulcheria Augusta, emperatriz de Bizancio, a comienzos del siglo V, mandó a pedir al patriarca de Jerusalén, San Cirilo, el sudario con que fue envuelto el cuerpo de la Santísima Virgen para construirle una basílica.

APUANTES SOBRE LA MADRE DE DIOS I.


AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

El protoevangelio de Santiago, relata la historia de Joaquín y Ana, padres de la Virgen María. La madre de edad avanzada y estéril, obtuvo del Señor el nacimiento de su hija, a quien llevaron al Templo de Jerusalén a los tres años, en cumplimiento del voto que habían hecho.

Tanto en el Talmud de Babilonia como el de Jerusalén aluden a María, la madre de Jesús, como hija de Joaquín: “Myriam bath Jehoakim”. Además se asegura que era descendiente de la familia de David por vía materna y paterna, y que el abuelo de Cristo era uno de los personajes más acaudalados e influyentes de la Jerusalén herodiana. Mientras que en otros aparte la tratan de manera insolente. 

El evangelio apócrifo de Pseudo Mateo narra que Joaquín perteneciente a la tribu de Judá “hacía tres partes de sus bienes, bien se tratara de las ovejas, o de los corderos, o de la lana, o de cualquier otra cosa que le pertenecía: la primera la distribuía entre las viudas, los huérfanos, los peregrinos y los pobres; la segunda era para las personas consagradas al culto de Dios; la tercera, finalmente, se la reservaba para sí y para su familia.”

La tumba tradicional del santo matrimonio de Joaquín y Ana, fue descubierta en la Ciudad de Dios, en 1889.

Los Padres de la Iglesia identificaban dos significados al nombre de María (o Miriam):

a.   San Jerónimo (s. V), la define como “Stilla Maris”, es decir, “gota de aquel mar”. Por un error de copista llegará a ser la célebre “Stella Maris”, (“Estrella del Mar”).
b.   San Pedro Crisólogo (s. V), obispo de Ravena, la relaciona como “Dómina” (“Señora”).

En aquella época el nombre de Miriam (o Mariam), era llevado por una de cada tres mujeres judías.

San Bernardo de Claravelle, llamado el “Doctor Mariano” (siglo XII), fue el primero en llamar a María como “Nuestra Señora”.

El día sábado en la liturgia del tiempo ordinario ha sido dedicado a Nuestra Señora, ya que una antigua tradición afirma que en ese día de la semana, nació y murió.

La Madre del Señor vino al mundo muy probablemente en Jerusalén, capital de Israel. San Joaquín, era descendiente de la familia de David. Santa Ana, era de la estirpe  de Aarón. María pertenecía a la tribu de Judá. Su prima Santa Isabel estaba casada con Zacarías, sacerdote del Templo de la tribu de Leví (Lucas 1,5). Otro pariente mencionado en La Biblia era su cuñada María, esposa de Cleofás, llamada comúnmente como  la hermana de la Madre de Jesús (Juan 19,25).

En Jerusalén hay una iglesia edificada en el siglo V en las cercanías de la piscina probática, lugar en el cual la tradición sostenía que estaba ubicada la casa de Joaquín y Ana. Sobre sus ruinas, construyeron luego los cruzados la Basílica dedicada a Santa María, donde nació, hoy denominada de Santa Ana. Desde el mismo siglo V fue sitio de peregrinación. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma lo dicho anteriormente. Posteriormente, la arqueología ha respaldado el hallazgo.

María, entró en el santuario de la Ciudad Santa para pasar los años de su infancia y de la adolescencia. Según el escritor judío Josefo, las mujeres de los sacerdotes o las viudas educaban aquí a algunas niñas en la oración, la piedad y el estudio de Las Escrituras. Había además mujeres que servían en este recinto sagrado (Éxodo 38,8; Jueces 11,28-40; 1 Samuel 2,22). O también, se encontraba el caso de la  anciana y profetiza Ana, que permanecía en el templo “de noche y de día con ayunos y oraciones” (Lucas 2,37). 

El Protoevangelio de Santiago hace alusión a que la santa niña recibía alimento de las manos de un ángel.  

María vivió en el santuario sobre el monte Moria hasta los doce años de edad. Ya que según las reglas bíblicas de la pureza, con la llegada de la menstruación, lo contaminaría.

En el momento de la anunciación María vivía en Nazaret de Galilea (Lucas 1,26-27). Tendría unos 14 años, una edad muy común para el matrimonio y la primera maternidad en Oriente. 

 La palabra latina “Ave” con que el ángel Gabriel saluda a María, corresponde al vocablo griego Xaipe, que se traduce como “Alégrate”.

El cuarto mandamiento de la ley de Dios exige: “Honrar a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20,12). La palabra “honrar” (en hebreo “kabodah”), también significa “glorificar”. Por lo tanto, Jesús glorificó a María. 

En la ciudad de Ain- Karen cerca de Jerusalén, se levanta la iglesia de “la Visitación” de María a su prima Isabel, allí también se ve una fuente de agua milagrosa, que según una antigua tradición brotó en el momento del encuentro de las dos santas mujeres (Lucas 1,39-40). 
 
En Nazaret se encuentran dos basílicas marianas:

La iglesia griega de San Gabriel,  que se levantó en el lugar donde María recibió el anuncio del cielo (Lucas 1,28). Esta pequeña gruta hacía parte de un lugar imprescindible en las casa de los hebreos: allí se retiraban a hacer oración. En el santuario existen dos columnas, dedicadas a la Virgen  y al arcángel San Gabriel. La primera fue derribada por los musulmanes en busca de tesoros ocultos. Fue reconstruida por los frailes franciscanos.

La iglesia de la Anunciación, se encuentra no lejos de la primera. Morada donde vivió la Madre del Señor antes de los esponsales. Es una gruta natural situada en una colina, que los apóstoles en el año 44 consagraron como templo y San Pedro celebró con la bendición del pan. Una nueva basílica fue construida en 1969, sobre la iglesia que levantaron en 1739 los franciscanos, en el mismo sitio del templo dejado por los cruzados.

En noviembre de 1997, un grupo de arqueólogos israelíes que excavaban en la Katisma (El asiento, en griego), la mayor iglesia bizantina erigida en Palestina hacia el siglo V, descubrieron la roca en la que según la tradición cristiana descansó la Virgen María antes del nacimiento del Emmanuel. El templo como un monasterio vecino fueron edificados con las donaciones de una viuda, y se hallaba en medio del camino entre las antiguas rutas judías que conducían de Jerusalén a Belén y Hebrón de Cisjordania. Su forma octogonal inspiró al califa Abed el Melek en el siglo VII para construir en la Ciudad Santa la Mezquita de Omar o “Domo de la Roca”, por Omar el “príncipe de los creyentes islámicos”. 

La basílica de la Natividad en Belén fue construido por Santa Elena (s. IV), y reformado por el emperador Justiniano (s. VI). Durante la invasión de los persas la respetaron porque en el frontis vieron un mural que representa el desfile de los Magos de Oriente con gorros y vestidos propios de su cultura. Más adelante, cuando les tocó el turno a los musulmanes, no la tocaron por estar dedicada a la Madre del profeta Jesús, a quien ellos mismo veneran.

En Belén se puede visitar la llamada “Gruta de la Leche”, donde según una piadosa leyenda la Virgen Santísima mientras amamantaba al Niño dejó caer una gotas de su leche, al instante las rocas se tornaron blancas y blandas. Desde entonces este lugar es objeto de veneración por los cristianos y musulmanes, sobre todo por las mujeres estériles o lactantes que le piden a la Madre de Jesús por estos dos favores.

Cuentan los evangelios apócrifos que durante el viaje a Egipto de la Sagrada Familia, las palmeras se inclinaban para darles sombra y dejaban caer sus frutos, aparecían manantiales de agua fresca, las flores abrían sus pétalos, los leones y leopardos iban a postrarse a los pies del Divino Niño, y los ídolos se destruían a su paso.

Una de los relatos más hermosos de la travesía de la Sagrada Familia en el desierto, es la relacionada con el “niño leproso”. Dice una leyenda piadosa que en el trayecto, un día al atardecer pidieron alojamiento en un campamento. Aquel sitio era una cueva de ladrones, pero la esposa del cabecilla, tuvo compasión de aquella joven y bella israelita con su hijo en brazos, y los hizo seguir a su tienda. Esta mujer tenía también un bebé cuya piel era blanca como la nieve, debido a la lepra que padecía. La Santísima Virgen pidió agua para lavar al Niño Dios. Después de esto, bañó con esta misma agua al “pequeño leprosito”, quien al instante quedó curado de su enfermedad.




Los años pasaron, y aquel infante cuando se hizo hombre, siguiendo los mismos pasos de su padre, se convirtió en un peligroso delincuente. Un día el pueblo de Jerusalén lo vio en el monte Calvario clavado de una cruz al lado derecho de Jesús. En aquella hora de agonía, la gracia divina tocó el corazón de aquel criminal, quien al reconocer el peso de sus pecados, le dice al Salvador: “Acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Jesús le contestó: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Cristo expiró, la lanza del soldado romano le atraviesa el corazón. Otro centurión le había quebrado las piernas al “buen ladrón”. Ya al morir tuvo la dicha de acompañar al Hijo de Dios a su reino celestial.     
   
Cerca del Cairo, donde José, María y el Niño permanecieron durante el exilio, se conserva un sicómoro llamado el “árbol de la Virgen”. Cuenta la tradición que la Sagrada Familia se refugiaba bajo su sombra del candente sol. Este árbol ha sido objeto de veneración no solo por las mujeres cristianas sino también por las mahometanas, que dejan atados al sicómoro pañuelos y cintas como gratitud de algún favor recibido de la Madre del profeta Jesús. En tanto que todas las fuentes de agua de la comarca son salobres, cerca del “árbol de la Virgen” brota un manantial de agua dulce que era utilizado por María. 

A dos kilómetros de Nazaret existe una capilla construida por los franciscanos de nombre “Santa María del Temblor”, que indica el lugar donde estaba la Madre del Señor, cuando los judíos lo intentaron tirar por un precipicio (Lucas 4,29).

El padre Silverio explica que en el evangelio cuando Cristo estaba en la cruz no llama a Juan por su nombre, sino que le dice “hijo”; para dar a entender que el Salvador la dio por Madre a todos los que por la profesión de cristianos son discípulos suyos (Juan 19,26-27).

El cenáculo y el monte Calvario, tenían para la Madre de Jesús una especial importancia hacia el final de su vida terrenal.

 APUANTES SOBRE LA MADRE DE DIOS II.


AUTOR: GUIDO ROJAS. LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS.

Más niñas han recibido el nombre de María que el de cualquier otra figura de la historia de la humanidad.

Se calcula que todos los días se rezan dos billones de Avemarías.

La invocación: “Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores”, está en un breviario cartujo del siglo XIII. La conclusión: “Ahora y en la hora de nuestra muerte”, aparece en otros breviarios del siglo siguiente; lo cual no quiere decir que no se usase antes, sino que no se conserva testimonios escritos de lo mismo. 

Cada año varios santuarios marianos tienen gran cantidad de peregrinos, así por ejemplo: Fátima (Portugal) reúne a cinco millones de creyentes; la Madona Negra de Czestochowa (Polonia) atrae a otros cinco millones; la gruta de Lourdes (Francia) es visitado por unos seis millones de personas, muchas de ellas no cristianas, para beber sus aguas sanadoras. La basílica de Guadalupe (México), congrega a catorce millones de fieles.

En Europa muchas representaciones marianas llamadas “Virgen Negra” (se cuentan 274 cuando menos), como la de Bolonia, Santa María la Mayor en Roma, y la ya mencionada en Czestochowa; tienen como punto de partida la mujer del Cantar de los Cantares (1,5), que se autodefine así: “Tengo la piel oscura pero soy graciosa”.

En el Islam se menciona a Mariam (o María) con el título de “La Mujer Piadosa de la Palabra”. Ella junto con Fátima (la hija de Mahoma), son las dos mujeres más importantes para los musulmanes. 

María es presentada en el Corán, libro sagrado para los mahometanos, como: “La única mujer que no ha sido tocada por el Demonio”.

Una mística musulmana, llamada Rabi’â, que vivió en el siglo VIII, recogiendo la tradición coránica “mariana”, declaraba: “Cuando el día de la resurrección seamos llamados, la primera en avanzar en la fila de las criaturas humanas será María, la madre de Jesús. ¡Paz para ella!”.  

En los primeros siglos del cristianismo la Santa Madona se manifiesta para animar en la fe al apóstol Santiago (El Mayor) en España y a los mártires; después sugiere la fundación de lugares de culto, iglesias, conventos y monasterios. En el siglo XVI interviene en México (Guadalupe) para impulsar el proceso de pacificación e integración entre los conquistadores españoles y la población azteca. En el transcurso de los siglos, Nuestra Señora ha estado junto a místicos y santos, acompañándolos en su caminar en la fe. Ya a partir del siglo XIX, a medida que los tiempos se hacen más peligrosos y el materialismo crece, las apariciones se hacen vez más frecuentes; y para algunos mariólogos señalan que “Así como Juan Bautista preparó el camino para la primera venida de Jesús, María lo hará para su segunda venida”.

En el siglo XVI, Albania tenía como patrona a Nuestra Señora del Buen Consejo. En ese entonces la nación católica fue invadida por las tropas musulmanas. El día 25 de abril de 1467, en medio de la desolación, el cuadro de la Virgen salió del lugar donde había permanecido durante siglos en la ciudad de Scutari, y cruzando el mar Adriático se posó definitivamente en una pequeña iglesia en la ciudad italiana de Genazzano, cerca de Roma, donde se encuentra hasta hoy en un santuario de la Orden de San Agustín.

Leopoldo, rey de Alemania, dijo un día públicamente que con el escapulario de la Virgen del Carmen había batido y derrotado a los turcos”. Igualmente, el católico Maximiliano, duque de Baviera, generalísimo del ejército del emperador Fernando II, con los principales oficiales, recibió el mismo escapulario que le impuso el P. Domingo de Jesús María, y para entrar en batalla de Praga su esposa mandó hacer miles de escapularios para se impusieran al ejército que iba a entrar en combate, del que salió victorioso, a pesar de la inferioridad numérica y desventajosa situación.

En agosto de 1995, en San Petesburgo (Rusia), se celebró la reapertura de la catedral de Nuestra Señora de Kazan, convertida por Lenin y Stalin en el museo central del ateísmo científico durante la época de la ex Unión Soviética. En ese entonces al precioso cuadro se le colocó una leyenda que decía: “Icono de la Virgen de Kazan, un objeto de superstición popular”. Y encima una enorme placa de mármol con el escrito del astronauta Titov: “Estuve en el espacio largo rato y busqué a dios y no lo pude encontrar por ninguna parte”. Hoy en día el recinto sagrado ha vuelto a ser restaurado para el culto de la Iglesia Ortodoxa.   

En noviembre de 1996, un avión de carga de la compañía norteamericana Millon Air se estrelló contra el campanario de una iglesia de la ciudad portuaria de Manta (Ecuador); sin embargo, una imagen de bronce de tres metros de la Virgen “La Dolorosa” quedó intacta.

En el año del jubileo del 2000, se presentó en Egipto un nuevo itinerario turístico que incluía seguir los pasos de la Sagrada Familia –de Belén al país de los faraones- para escapar de la ira del rey Herodes. La primera parada está al norte del Sinaí en la localidad de Al Farma, cuyos ídolos romanos quedaron destruidos al paso de la Santa Familia, y otra basílica –en la salida norte hacia el delta del Nilo -, donde Jesús hizo brotar una fuente de agua con la que calmó la sed de su familia, y curó a los enfermos. La segunda ruta está en la iglesia y monasterio de Santa María de Maadi, donde según la tradición fue este el lugar donde San José, María y el pequeño Jesús se embarcaron para abandonar la ciudad de Babilonia (antiguo Cairo).

En este santuario se dice que en el año 1976 apareció flotando una antigua Biblia abierta en el capítulo de Isaías en el que dice: “y bendeciré a Egipto, mi pueblo”. Al secarse esta hoja se dibujo una figura que representaba a la Virgen Bendita, con el Niño en sus brazos, sentada sobre un burro del que tiraba San José. Este hecho, además de que la Biblia fue recuperada prácticamente intacta, fue considerado como una señal de Dios para levantar el santuario. Más al sur, a orillas del Nilo, aún se conserva el llamado árbol de Mataríyah (uno de los lugares más venerados por los cerca de ocho millones de cristianos coptos que viven en Egipto), en cuya sombra se sentó a descansar la Virgen María. Su destino final fue la actual ciudad de Asiut, en el centro del país, donde vivieron los casi tres años que duró su exilio. 

En diciembre de 2004, las olas avasalladoras del Tsunami asiático retrocedieron a sólo cien metros en la costa oriental en India, donde se levanta una basílica dedicada a María. El agua llegó a la entrada principal del santuario donde está colocada la imagen de Nuestra Señora de Vailankinni, y se retiró tras haber escalado los primeros peldaños que llevan a la puerta, donde se encontraban miles de fieles. No obstante, los edificios cercanos fueron destruidos.  

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